Olas que vienen del lago a juntarse al nácar
Clara de su forma, en la cripta del sagrado corazón
Un apto estremecido, alrededor un agua gansada,
En las ondulaciones del alma
Tomo en la noche cerrada las frecuencias de un océano,
Y la brisa murmura sus secretos,
Perfecto lirismo en cuanto reina late,
Ferozmente repleto de misterios
Del verso y la sintaxis,
Y juego en su reino animal, celeste
Y adorable, puerta transparente,
De hay tu secreto, y daba un extático grito.
Y se elevaba en el espacio,
Como un existente testimonio fundado,
Cuando se alzaba un enorme chillido ante el clamor,
Una ligereza divina, que libremente deseamos,
En un mundo de verlo todo a escala humana.
Y se acabo el silencio,
Y empezó el alarido solo a veces variado,
Por un gemido muy leve, para pasar el rió.
Este trago por la gargantilla como un hilo en delirio,
Como un átomo que pasa alegre la travesía
Cuando perdió su calma,
Arañando precozmente el presente,
Gocemos su calma, que hace valiosa
La exacta obra, incandescente veneno
Imperial, circula por el lecho del tiempo,
Rambla perdida, tu fortuna prospera en extrañeza
Palpable, y te unifica en su aroma
Se entrega, el perfume de esta grandeza,
Que nos ha hecho flotar en un perdurable gemido.
Hay sin fin y sin fin, aquella melodía
Que vuelve a repetir su principio extasiado,
El poder secreto, que nos sume en algo inmenso,
Hiere el olor de los gemidos,
Crezca y crezca, sin medida
Como algo que estaba escondido.
Que salpicando huele amada a ti misma,
En el fondo invisible un paisaje extendía su lenguaje,
Ligera solo ligera, sencillamente tus mayores histerias,
Tentadora o quizá la vida sin más, la vida ciega,
Que irradia donde toco lo que gime;
!Christopher YEXHUA¡¡
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